Aunque nadie pone en duda la relevancia de privilegiar la salud y el bienestar de la población, la lucha contra el coronavirus obligó a poner en pausa muchas actividades productivas con efectos importantes en el empleo y la economía del país.
Esta prolongada interrupción del sector productivo, junto con la caída de los precios del petróleo y las bajas perspectivas de crecimiento son tan solo algunos de los elementos que anticipan una contracción del Producto Interno Bruto de 8.4% en 2020, de acuerdo con estimaciones del banco de inversión JP Morgan.
Pese a que algunas empresas ya comenzaron el retorno gradual a sus actividades económicas, muchas organizaciones que tuvieron poca operación o venta en los meses de confinamiento, enfrentan una reducción significativa de sus flujos de efectivo y, en consecuencia, su capacidad para cumplir con todos sus compromisos está en riesgo.
En este difícil escenario, y ante la necesidad que las empresas tienen de rediseñar su plan para la continuidad de sus negocios, la Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano (AMECH) afirma que la adopción de prácticas de subcontratación legal representa una buena estrategia para que las organizaciones se inserten de la mejor forma a la curva de la reactivación económica.
“Sin importar el tamaño de las empresas, desde mipymes hasta grandes corporativos, la subcontratación legal ofrece ventajas importantes como contar con personal tercerizado, cumpliendo cabalmente con las obligaciones obrero-patronales de acuerdo con el marco jurídico, laboral, fiscal y de seguridad social vigente en México”, explica Pablo Lezama, director general de la AMECH.
De igual forma, en ciclos de alta demanda del negocio, determinados por ventas estacionales de productos o servicios o conclusión de proyectos críticos como diseño de nuevos productos, lanzamientos o implementaciones tecnológicas, la subcontratación legal permite gestionar a la fuerza laboral para ubicarlos en correspondencia a las actividades prioritarias.
En los casos que el índice de ausentismo incrementa o existe alta rotación de personal, el esquema de tercerización resulta útil para cubrir esas brechas. El trabajador tercerizado puede apoyar también para que otros colaboradores puedan cubrir programas de capacitación y desarrollo sin afectar el flujo del trabajo ni la productividad.
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Ocurre también que las organizaciones emprenden proyectos específicos para los cuales requieren talento especializado por algún período, como es el caso de científicos o profesionistas con alta especialización en tecnología de información, análisis financiero o prevención de riesgos en donde la subcontratación legal puede cubrir esas posiciones temporales en un período más corto de tiempo.
“Todos los días en el mundo, miles de personas contribuyen al éxito de las compañías sin tener una contratación directa. En los próximos meses, el entorno laboral sufrirá cambios importantes y el talento que aportan las empresas de subcontratación legal será determinante para que las organizaciones enfoquen sus recursos estratégicos al núcleo principal de su negocio y puedan recuperarse sin tantas presiones financieras”, concluye Lezama.
Cabe señalar que, a pesar de la crisis sanitaria por la pandemia de COVID-19, en el primer cuatrimestre del año, las empresas de subcontratación legal integrantes de la AMECH, lograron mantener una media de 157,890 colaboradores subcontratados, esto es únicamente 814 menos que la media del mismo período en 2019.