“Toma el llavero abuelita y enséñame tu ropero, con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tú”. Así comienza una de las más hermosas canciones escritas por el increíblemente prolijo Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri, el grillito cantor.
Si usted tiene más de 40 años, seguramente lo conoce, si es menor de 35 y jamás ha escuchado quien es esta persona, le recomiendo ampliamente buscarlo en su plataforma musical favorita, y descubrir como enseñanza personal el increíble trabajo del considerado mejor compositor de música infantil de habla hispana de todos los tiempos.
Curiosamente, esa melodía fue registrada al momento de su interpretación, un 15 de octubre de 1934, exactamente a la una de la tarde con quince minutos, en un espacio de 15 minutos de duración, donde la XEW ponía a prueba, tanteando a la audiencia, ese talento desconocido que inició su programa y aventura radiofónica sin patrocinador, sin publicidad, apenas remunerado y sin garantía de continuidad.
Pocos sabían que estaría 27 años continuos al aire, tejiendo una leyenda imborrable para todo el mundo hispanohablante, y construyendo un legado musical valuado cada segundo en oro, de las composiciones del inmortal maestro.
A nadie tuvo tanto cariño como a su abuelita, por ello, no es difícil deducir el enorme cariño y a quien estaba dedicada la famosa canción con la cual iniciamos nuestra columna de este mes. Y es así, las abuelitas son especiales, son únicas, son estrellas de unión familiar. Su ausencia separa familias, termina tradiciones y llena de sombras los festejos con los parientes.
En esta pandemia, el aislamiento ha generado afectaciones en muchas formas, pero una de las más notorias es la convivencia con los abuelitos, precisamente por temor a contagiarlos. Los hijos, y en especial los nietos, han visto limitada su convivencia con sus abuelitos, y algo que se daba por sentado, de repente se pone en valor y nos demuestra lo importante de los queridos sabios de la familia.
Para justificar lo anterior, nos viene perfecto el tema de Eydie Gormé, extraído del tema “Nosotros”, que llegó de nuevo a los primeros lugares de popularidad después en la voz de Luis Miguel: “No es falta de cariño, te quiero con el alma, te juro que te adoro y en nombre de este amor y por tu bien, te digo adiós”.
En jaulas de cristal, y encerrados para evitar contagiarse, los hijos y nietos han optado por alejarse de la casa de sus abuelitos, para intentar garantizar su salud, mientras las vacunas inmunizan a la población. Esos brazos protectores y esos sabios consejos de los abuelitos, han estado un año guardados bajo llave.
Y es gracias a las nuevas tecnologías que se puede seguir platicando con ellos, pero nada, en lo absoluto, sustituye el abrazo, el cariño, las charlas, las galletas y el arroz con leche, y, por supuesto, el ropero y las historias vinculadas a cada objeto de sus casas, convertidas en verdaderos museos de historia familiar.
Cada día que pasa, es un día menos para volver a ver y convivir con nuestros viejitos, pero el tiempo no pasa tan rápido como quisiéramos. Ser pacientes y prudentes es lo más conveniente. No queremos vivir con remordimientos de un posible contagio con desenlace fatal, como lo cuenta la hermosa cantante brasileña Xuxa en el video que publicó hace unas semanas, en el cual se hace responsable de manera ficticia de la muerte de su madre por contagio, para crear conciencia sobre el número elevado de enfermos Covid-19 en Brasil.
Llega mayo y también la fecha más celebrada en nuestro país: el Día de las madres. Imposible no pensar en las abuelitas y su incansable fuente de amor. Pero una vez más, será un mes raro, diferente, con un festejo pasado por pandemia: sana distancia y cubrebocas.
Aun con vacunas, existen recomendaciones especiales para seguir cuidándonos, por amor a los más frágiles de la familia, entre ellos los abuelitos. Esperemos que esta sea la última ocasión que por cuestiones de pandemia estemos lejos de estos seres de luz, quienes merecen mejor consideración, respeto y amor por parte de la sociedad completa.
Parece que esta enfermiza búsqueda de la juventud, esta desmedida publicidad y cánones modernos por vernos artificialmente perfectos nos han regalado la extraña idea de que lo antiguo es viejo, y, por tanto, feo, inapropiado e impertinente en nuestra vida moderna, y con lamentables efectos en los integrantes de la tercera edad.
Curiosamente, en tiempos anteriores, las personas de mayor edad de los grupos humanos eran los más respetados, los más venerados, y quienes ocupaban los lugares más importantes en la toma de decisiones de dichos colectivos, lo cual se ha revertido, y hemos pasado a trazar como meta de vida llegar lo antes posible a dichos puestos de decisión, en la política, en las empresas, en los espacios laborales.
Este Día de las madres festeje prudentemente a su abuelita, y que sea el amor por ellas lo que guíe precisamente el guardar todas las prevenciones posibles para garantizar su salud, y como diría el buen grillito cantor, prometa estarse quieto y sin tocar lo que ella quiera mostrar, aprovechando escuchar cada palabra, cada historia, cada experiencia, como un verdadero tesoro, como una vida más vivida por usted mismo, como el hermoso legado que representan y que habíamos olvidado.
“Curiosamente, en tiempos anteriores, las personas de mayor edad de los grupos humanos eran los más respetados, los más venerados, y quienes ocupaban los lugares más importantes en la toma de decisiones de dichos colectivos, lo cual se ha revertido, y hemos pasado a trazar como meta de vida llegar lo antes posible a dichos puestos de decisión, en la política, en las empresas, en los espacios laborales.”