“No podremos avanzar nunca si no se desactiva la bomba que rebota a cada instante, muy a pesar de los esfuerzos maravillosos de los diversos grupos de mujeres que abogan por otras mujeres, y que es la posición patriarcal del hombre violento, que campea por todos lados.”
Utilizo una figura retórica de inicio para imprimir una visión holística a riesgo de que pueda resultar imparcial. Sin embargo, el mundo actual atestigua en forma constante la agresividad y violencia de aquellos contra las mujeres, como si su intención fuera su aniquilación completa. En la Biblia, en el Génesis 2:18, se lee: “Después dijo Yahvé –no es bueno que el hombre esté solo, Haré pues un ser semejante a él para que lo ayude–. Sea pues la mujer como ayudante, como gestante de nuevos seres humanos, pero siempre como un anexo del hombre”.
En el libro La aritmética del patriarcado (Bellatierra, 2016), Yadira Calvo –feminista trascendente– hace un repaso histórico de sentencias machistas de grandes pensadores de la historia, aquí solo unos ejemplos:
- Hegel: “Las mujeres no están hechas para las ciencias más elevadas”.
- Arthur Schopenhauer: “Solo infundiéndoles temor puede mantenerse a las mujeres dentro de los límites de la razón, se quedan niñas toda la vida, solo resultan atractivas hasta los 28 años, y nunca poseen inteligencia”.
- Augusto Comte: “Las mujeres son débiles en su raciocinio”.
- El anarquista Pierre Joseph Proudhon: “El impulso sexual de las mujeres es lo más bajo y repugnante que existe en la naturaleza”.
Y en México, no de un gran pensador, sino de un político misógino de tercera o de cuarta del Congreso de Aguascalientes llamado Sergio Augusto López Ramírez, declaró justo en estos días, que las mujeres deben “calmar sus calenturas”, en una alocución en el Congreso de su estado en relación con la despenalización del aborto.
Pudiera parecer necio escarbar el origen de la enemistad de los hombres con las mujeres, porque inevitablemente nos encontraremos con un concepto viejo y tozudo que se ha analizado mucho: el machismo.
“En México, no de un gran pensador, sino de un político misógino de tercera o de cuarta del Congreso de Aguascalientes llamado Sergio Augusto López Ramírez, declaró justo en estos días, que las mujeres deben “calmar sus calenturas”, en una alocución en el Congreso de su estado en relación con la despenalización del aborto.”
Sin embargo, no podremos avanzar nunca si no se desactiva la bomba que rebota a cada instante, muy a pesar de los esfuerzos maravillosos de los diversos grupos de mujeres que abogan por otras mujeres, y que es la posición patriarcal del hombre violento, que campea por todos lados.
En una publicación en internet del 2 de septiembre del 2020, en la página AmecoPress/semMéxico, Sara Lovera remarca los tristes momentos que estamos viviendo, cuando todo el andamiaje construido a lo largo de mucho tiempo se ha ido desarticulando en la actual administración bajo la premisa de la austeridad republicana.
¿Dónde estamos en México?
De acuerdo con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, organismo del gobierno, los homicidios de mujeres incluyendo los feminicidios se han incrementado en forma alarmante:
2015—————–1735
2016—————–2191
2017—————–2535
2018—————–2763
2019—————–3558
2020—————–3655
Lo que significa el asesinato de una mujer cada dos horas en México.
Invocar la perspectiva de género implica la identificación de aspectos relacionados con la discriminación y desigualdad que tengan que ver con el hecho de ser mujer, es entonces que toda mujer que es privada de su vida, ya lleva implícita su categoría enorme de ser mujer, aunque sea un homicidio doloso.
Las mujeres en México son lastimadas en forma constante y por siempre ha privado un silencio cómplice de las grandes esferas de gobierno; no basta con distribuir puestos gubernamentales o imaginar que la equidad de género en cada elección ya cubre esta deficiencia, siendo muchas veces una agresión a las mismas mujeres cuando por cubrir un número colocan a mujeres que no llenan el perfil y que solo cumplen con la función de ser exhibidas.
Las mujeres caminamos siempre a contracorriente, si es en un área laboral, la lucha por alcanzar un mejor puesto será brutal porque no serán suficientes los buenos resultados, sino que debemos convencer con creces nuestro valor, porque, como dicen los sacrosantos hombres: “a pesar de ser mujer, es buena”, y no pocas veces lidiar con el acoso sexual de los patriarcas.
Tenemos que buscar caminos seguros cada día, porque el miedo apremia cuando la calle es oscura, o el transporte abruma; siempre tememos que aparezca el depredador que se ufana porque es hombre. No podemos vestir con la alegría de vivir en un planeta, porque dicen las voces miserables: “sí, son bien provocadoras”.
¿Por qué los hombres odian a las mujeres?
Me resisto como mujer a aceptar que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, como reza un libro conocido de John Gray, o que las mujeres nacimos para sufrir y que en la otra vida seremos muy dichosas, creo más que el mundo fue repartido en forma desigual como asegura Simone de Beauvoir, y que todas debemos de estar en pie de lucha para rescatar lo que es nuestro; debemos de adquirir poder en todos los terrenos para que sepan los violentos que nuestra fortaleza no puede estar en la fuerza, sino en la inteligencia.
“Creo más que el mundo fue repartido en forma desigual como asegura Simone de Beauvoir, y que todas debemos de estar en pie de lucha para rescatar lo que es nuestro; debemos de adquirir poder en todos los terrenos para que sepan los violentos que nuestra fortaleza no puede estar en la fuerza, sino en la inteligencia.”
Los hombres viven su propia historia que pienso que puede ser aún más devastadora, con un machismo a ultranza y una masculinidad tóxica que les cuesta su propia vida. Viven atrás de una máscara absurda de machos que los hace vivir mal, y morir en silencio.
Algún día tendremos que caminar por el camino de la reconciliación entre los sexos, y eso dependerá de cuando se forje un nuevo género masculino desprovisto de un machismo que defienden, aunque la vida les cueste.