Los partidos políticos enfrentan un gran reto, deben luchar contra el ánimo roto de sus dirigentes, se tienen que reorganizar, volver a ganarse la confianza de los electores. Sin embargo, lo peor no es eso, deben enfrentar un partido que está creando una hegemonía desde el gobierno.
A simple vista los problemas que los partidos tienen enfrente son muy grandes: unos cuantos partidos luchan por no perder su registro, no alcanzaron el porcentaje mínimo que necesitaban para mantenerlo, si esto se confirma, se convertirán en partidos locales o regresarán por la vía de asociación política. En algunos casos tienen asientos en legislaturas tanto federal como en algunos estados, en esta situación se encuentran el Partido Nueva Alianza y el Partido Encuentro Social.
Después de realizar su Consejo Nacional el sábado pasado, en el cual solo lograron definir una Comisión Organizadora Nacional de la elección de la nueva dirigencia, en el Partido Acción Nacional los grupos internos se confrontarán en una pugna encarnizada por mantener el control del partido. Estas confrontaciones son entre las cúpulas de los dirigentes y, como siempre, se estarán olvidando de las bases y los electores, ya se habla hasta de la creación de un nuevo partido que nacerá de la disidencia de los grupos internos que quedaron dolidos por la forma en que se desecharon a grupos internos.
El Partido Revolucionario Institucional ya inició su proceso de reconstrucción, nadie sabe en qué consiste, pero ya inició y se retiró de la palestra pública. Está trabajando internamente, pero seguramente en un momento determinado habrá terribles noches de cuchillos largos, los grupos están esperando que acabe este gobierno para, al igual que los demás partidos, ajustar cuentas con los perdedores y hacer los sacrificios políticos necesarios para llevar a cabo una refundación de algún tipo.
En el Partido de la Revolución Democrática la situación es similar. No saben ni por dónde empezar, incluso se puede afirmar que tienen un reto mayor: quedaron como una de las viudas de AMLO. En resumen, fue el partido que más militantes perdió y se enfrentan a la tarea de redefinir la izquierda que quieren representar, sobre todo teniendo legisladores en conjunto con el PAN, como consecuencia de su alianza electoral.
Como podemos ver, todos los partidos políticos se tienen que reinventar de alguna manera, necesitan acercarse con una nueva propuesta a los electores. A esto se debe agregar que, por un lado, está la iniciativa de bajar el financiamiento del estado y, además, van a tener que buscar financiamiento en sus bases, es decir, buscar partidarios y pedirles dinero. Esta situación, cuando están acostumbrados a todo lo contrario, representa para los partidos un gran reto.
Otra gran diferencia a la que se tendrán que adaptar es el cambio en las leyes mediante las cuales se va a definir que los delitos electorales son delitos graves; por lo que cambiarán las prácticas de las campañas y de los procesos electorales.
Pero eso no eso es todo, el verdadero reto que van a enfrentar todos los partidos políticos a nivel federal y, sobre todo, estatal es la hegemonía que se está intentando construir a partir de la nueva estructura de Delegados Integrales de los Programas de Desarrollo, quienes estarán en cada uno de los estados, reportarán directamente al Presidente y estarán coordinados con la Secretaría de Gobernación. Esta estructura, que tiene como función bajar los recursos de los programas federales y que harán censos familia por familia con el fin de llevar el bienestar del gobierno federal, es la que irremediablemente construirá la fuerza del partido de AMLO casa por casa y será el muro contra el que se enfrentarán los demás partidos para poder ofrecerles una nueva oferta política que no les dará ni recursos, ni beneficios, que estará muy lejos de cumplir con promesas de los gobiernos de oposición, técnicamente puras promesas.
Volvemos al esquema de la hegemonía de papá gobierno.