A pesar de que desde hace más de 50 años en Austria y Alemania aparecieron las primeras directrices en técnica legislativa y de que, en países como España, Estados Unidos de América, Reino Unido, Italia y Suiza desde ya hace varias décadas se han preocupado por mejorar la calidad y eficacia de sus ordenamientos jurídicos, en México sigue siendo poco el interés que se ha mostrado por estudiar esta materia, pero ¿para qué nos sirve la técnica legislativa al momento de elaborar una norma?
En principio se podría presuponer que cualquier persona puede elaborar normas porque pareciera evidente que la lengua y escritura es un conocimiento que todos tenemos, por lo que se inferiría innecesaria la participación de expertos; sin embargo, esta suposición ha traído como consecuencia un indiscriminado aumento en la producción de normas; así como la improvisación en la elaboración de documentos y la ausencia de atributos racionales de claridad, sencillez, simplicidad, generalidad y abstracción.
Una de las principales razones del aumento de la producción legislativa es la generación de normas con fines, “mediáticos” con el objetivo de hacer creer a la población que se está atendiendo o solucionando un problema; no obstante, su premura e improvisación evitan que se realice un verdadero análisis del impacto, operatividad, eficacia y eficiencia de su implementación, lo cual redunda en ordenamientos jurídicos, en muchos casos, innecesarios y dispersos.
Asimismo, nos enfrentamos con normas sumamente complejas debido a que se desestima la importancia de crear una exposición de motivos y el redactor incorpora la justificación dentro de la norma, lo cual trae como consecuencia documentos normativos sumamente extensos y confusos que dificultan no sólo la comprensión sino su implementación.
Aunado a lo anterior, la inflación normativa se incrementa al no tener una política de depuración, además del excesivo uso de la cláusula derogatoria tácita que prevé la voluntad del legislador de derogar las disposiciones que contravenga el nuevo ordenamiento, pero no se realiza un análisis puntual y exhaustivo de las normas a las que se impacta y que deben ser suprimidas.
Por lo anterior, es innegable la necesidad de que expertos en técnica legislativa participen en la construcción de los documentos normativos a fin de que se pueda plasmar de manera eficiente y armoniosa la voluntad política del legislador, siempre cuidando aspectos de fondo y forma que brindarán certeza jurídica y facilitarán su eficiente aplicación y ejecución.
Es decir, la técnica legislativa nos permite crear instrumentos jurídicos de calidad que puedan cumplir el objetivo principal, que es dar solución a problemas sociales, culturales, políticos o económicos mediante normas generales, abstractas, claras, breves y sencillas cuyos elementos sean coherentes interna y externamente, a fin de que facilite tanto su aplicación como su interpretación.
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