Emilio Rabasa es uno de nuestros primeros constitucionalistas, con Ignacio Luis Vallarta forma el dúo del constitucionalismo mexicano clásico; sabemos que sus ideas influenciaron el proyecto constitucional de don Venustiano Carranza particularmente en la parte del Poder Ejecutivo.
Escribió novelas antes de escribir derecho. Hizo de la política profesión bajo la bandera de la técnica.
Su estilo, me parece, es preciso y elegante, logra frases sintéticas bien escritas que son agradables de leer, demuestra que se puede escribir de derecho con elegancia; se nota que pensaba con sistema, lo que incluso puede advertirse en sus apuntes de clase (publicados por la Suprema Corte) en los que fluye de un tema a otro con naturalidad.
¿Es relevante leer hoy a Rabasa? Resulta una pregunta pertinente, en tiempos de cambio y transformación, de pretensiones y resistencias, podría pensarse que buscar ideas en un autor que ya parece antiguo sería innecesario, un ejercicio propio del gabinete sin mucha proyección en la realidad.
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Rabasa es un jurista vigente. Lo es en más de un sentido:
Primero, porque su planteamiento de contrastar la realidad con la norma es un llamado que siempre vale la pena tener presente ya que se nos suele olvidar que una ley no cambia de golpe los hechos, que suelen ser bastante tercos y requerir mucha inversión para modificarse. Puede o no compartirse sus ideas, pero en todo caso vale la pena notar que se fundan en un estudio o apreciación de la realidad inmediata.
Segundo, porque Rabasa es la mejor expresión de una ideología constitucional. Conocedor del derecho americano y del europeo, también con la experiencia del político práctico, su obra es puente entre las ideas y la realidad.
Era un jurista completo.
En este segundo sentido me parece que Rabasa es un ejemplo. Su obra es la suma de un pensamiento jurídico y político, expresado de forma convincente y que logró una influencia perdurable. Hoy que se enfrentan al menos dos formas de entender la política y el derecho tal vez hagan faltas plumas que puedan hacer lo mismo, una síntesis que tenga la potencia tanto para expresar un proyecto concreto como para proyectarse en el futuro.