La comunicación juega un papel principal en la forma de gobernar, todo ciclo de gobierno define un estilo propio y tiene efectos muy importantes en la sociedad en su conjunto, porque define el estilo de comunicar de todos.
Desafortunadamente estamos viviendo un ciclo de gobierno, en donde desde el centro de poder, ya nos acostumbraron a que las mentiras, medias verdades y la visión única del poder centralizado basada en la excusa de los otros datos, es la constante.
Es una dolorosa verdad que los mexicanos seamos un pueblo por naturaleza apegado a la mentira, como lo expone bien Mauro Rodríguez y Patricia Ramírez, en su libro “La psicología del Mexicano en el Trabajo” en donde mencionan que en cada paso de nuestras vidas encontramos la mentira institucional y en donde bien mencionan que Francisco Villareal en un desplegado publicado en el periódico Excélsior el 17 de junio de 1989, escribió: “…somos un pueblo enfermo y la raíz de nuestra enfermedad es la mentira; hemos perdido el valor de nuestro lenguaje…vivimos bajo el imperio de la mentira oficial, la mentira diaria; la mentira personal de cada uno…”.
Curioso es analizar el tema a la distancia por varias razones, la primera, porque nos sirve para entender el porqué hoy, ante el raudal de mentiras que el gobierno lanza a diario, la gente las acepta, las reconoce y las termina aplaudiendo, es pura identificación personal, ante esto, se generaliza en la opinión pública que nos está pasando como la anécdota del sapo, en donde el animal no se da cuenta de que el agua se está calentando poco a poco, porque lo están cocinando, y termina muriendo, así nosotros como país.
Segundo, es importante reconocer que en aquellas épocas, nos mentían con la verdad, posteriormente nos fueron mintiendo con mentiras a medias y/o acomodadas al contexto; el crecimiento del ejercicio democrático nacional fue auto presionando a los políticos y al gobierno a que no fuera tan fácil el ejercicio natural de mentir, dentro de todo, creo que no íbamos tan mal, había presiones, diálogo en la esfera pública y el pueblo, los sectores y grupos de presión y de poder, podían establecer el juego democrático para minimizar ese juego, hasta que entramos en este nuevo y despiadado ciclo abierto de mentiras, y por consecuencia el justo, despiadado y preciso ataque a las instituciones que son/eran las garantes del juego democrático y la minimización de las mentiras.
Hoy vivimos una franca y abierta actitud de ofrecer versiones personalizadas de las cosas, los problemas y la historia, basada en una visión personal, antigua, con un desconocimiento total y lo más grave el asumir que la visión personalizada es la buena y los que no estén de acuerdo son los malos y los enemigos, para los mexicanos eso representa el sueño más grande desde la conquista, soy conquistado, estoy mal, pero te estoy jodiendo, aunque en el fondo la realidad nos rebase y nos dañe a todos, como en el caso del sapo.
Otro gran problema de esta gravísima situación, es que por el llamado efecto “mimesis”, que es el hecho de que si alguien la hace, los demás actores sociales lo crean adecuado y lo copien, lo que hace que hoy en la política, todos mienten y/o dan explicaciones vagas, inciertas con ganas de justificar sus actos, en medio de la gran mentira en que hoy esta convertido el país, valga mencionar las acciones y declaraciones que en los últimos días hemos visto por parte de Salgado Macedonio y Mario Delgado para atacar al INE o a su presidente Lorenzo Córdova, o la defensa sin sentido que hace David Monreal públicamente, ante el hecho de haber tocado el trasero de una candidata en Zacatecas.
Otros caso de esta tendencia terrible del arte de mentir y no decir nada, son las declaraciones diarias de los funcionarios en la mañanera, el manejo de los números oficiales de las muertes por el COVID o de la justificación diaria de malas decisiones gubernamentales, inclusive la extraña y confusa explicación que da el Ministro Zaldívar Presidente de la Suprema Corte, ante el tramposo cambio del periodo de su presidencia.
Hoy, desafortunadamente, estamos en un periodo en donde todos mienten, no hay empacho en hacerlo, no hay consecuencia, es una desgracia, pareciera que aquel escenario en donde, al que mentía, públicamente le caían a palos, hoy ha cambiado por una competencia en donde el que más mienta, es al que más se le aplaude.
El costo de esta ratificación a nuestra naturaleza como mexicanos, va a tener un costo muy alto, es un retroceso enorme y nos va a costar muchos años y esfuerzo el poder revertir esta tendencia.
Lo más desesperante es que pareciera que no hay nadie que quiera o “pueda” hacer nada.
La maquinaria que durante mucho tiempo se adueñó de la crítica nacional y que fue usada para llegar al poder, hoy es la maquinaria de las mentiras. Desafortunadamente no hay oposición que quiera tomar esa responsabilidad, ¿colusión, cuidado de sus intereses, culpabilidad o incapacidad pura?
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