Una vez más la Máxima Casa de Estudios de México da de qué hablar, y no es precisamente por el alto desempeño académico, pues según las encuestas sigue manteniéndose como la mejor institución de enseñanza universitaria en México, sino por actos de violencia. El pasado 3 de septiembre un grupo de “porros” atacó con palos, objetos punzocortantes, piedras y bombas molotov, a un contingente de estudiantes del CCH Azcapotzalco que se manifestaban pacíficamente en la explanada de Rectoría pidiendo seguridad para los estudiantes y libertad de expresión dentro de su plantel. Se reportaron cuatro estudiantes con heridas graves y varios más con lesiones menores. De inmediato las autoridades de la Universidad, a través de un comunicado, expresaron su rechazo a dichos actos y prometieron investigar y castigar a los implicados. Más tarde se anunció la expulsión de 18 alumnos. Aunque alegan haber hecho una demanda formal ante la PGJ, fueron liberados dos imputados por no haber sido arrestados en flagrancia y porque no había una acusación formal en su contra según la Procuraduría de Justicia. La UNAM reviró que sí había interpuesto una denuncia en contra de quien resultara responsable ante la PGJCDMX, en la carpeta de investigación CI-FAAE/CU/UI-1 C/D/00283/09-2018 y en la PGR se inició el expediente FED/CDMX/SPE/0011998/2018. El ataque motivó un paro de varios días y una marcha monumental que inundó la rectoría, reafirmando la unidad de la comunidad universitaria. El 10 de septiembre el presidente electo se reunió con el Rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, pidiendo a la institución privilegiar el diálogo y atender las demandas justas de los jóvenes; también pidió castigo para los responsables. Dos días después, en reunión con la Asamblea del CCH Azcapotzalco, el rector escuchó las demandas de los alumnos y firmó el pliego petitorio de siete puntos, ésta última se concretó justo un día antes de la conmemoración del 50 aniversario de la Marcha del silencio en la que se pidió alto a la represión estudiantil. En una fecha tan significativa, una vez más contingentes de diferentes instituciones de educación pública se unieron a la demanda de la no violencia. No obstante que los propios estudiantes han expresado su voluntad de no exigir la renuncia del Rector Graue, el siguiente paso es descubrir quiénes quieren desestabilizar a la UNAM, ¿y con qué finalidad y en beneficio de quién?