El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador tiene un gran reto para iniciar su gobierno a partir del próximo primero de diciembre, dejar de ser el representante de la oposición y reconocerse cómo el Jefe del Estado mexicano.
En su calidad de presidente electo, Andrés Manuel López Obrador no ha mostrado, hasta hora, que pasó de ser líder opositor, que deja de lado la campaña; para ser Presidente de México, con un programa definido y un plan de desarrollo.
A partir del 2 de julio, después de ganar la elección de manera contundente e incuestionable, AMLO ha mantenido su carácter de opositor y mantiene una actividad como si siguiera en campaña y no muestra una visión de Estadista.
Polemiza como opositor en temas como el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y ahora hasta con el horario der verano. Actúa como autoritario en su proyecto de Tren Maya y la construcción de nuevas refinerías, al decir que “van por que van”.
AMLO justifica su posición con una estrategia poco democrática, como la consulta pública, casi casi como la ateniense a mano alzada, con la que justifica cualquier acción, cuidando en todo momento su base electoral.
Desde que era presidente del PRD ha mantenido una actitud y acción de confrontación, justificable en su carácter opositor. Divide a la sociedad como se ha expuesto en varias publicaciones donde confronta al pueblo bueno contra los fifis, y los de la mafia de poder.
Como presidente tiene una gran responsabilidad, la de gobernar y asumir decisiones que pueden ser en ocasiones poco populares y que hasta en ocasiones pueden generar pérdida de la preferencia electoral, pero que el país requiere.
Este dualismo que maneja AMLO, estar en campaña y mantenerse como líder opositor, lo hace entrar en contradicciones como impulsar una consulta para validar el NAIM y anunciar, de manera totalmente fuera de contexto democrático por parte de quien será su secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, un estudio de una empresa europea que supuestamente avala el interés de AMLO del aeropuerto de Santa Lucía, cuando prácticamente todos los principales expertos de México y el mundo advierten que el aeropuerto militar no reúne las condiciones.
En tanto que, por otro lado, lanza una ofensiva contra los órganos independientes como el INE, el Poder Judicial, la Comisión Reguladora de Energía (CRE), Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) e inclusive el Banco de México, con tal de obtener poder o simplemente polemizar, generando un ambiente adverso para el país.
Hasta ahora, AMLO sólo ha presentado la polémica de proyectos concretos actuando como opositor, quedando de lado su actuación como presidente y el diseño de las políticas públicas que realmente servirán para conducir este país.