En días pasados inició el éxodo de miles de hondureños principalmente y salvadoreños, que huyen de la pobreza e inseguridad en busca de mejorar su calidad de vida; han decidido avanzar por la frontera sur de México para alcanzar el sueño americano. Sin embargo, su viaje se ha convertido en pesadilla, se han topado con autoridades federales de dos países: México y Estados Unidos, además de enfrentar una dura crítica social. Desde un inicio, la postura del presidente estadounidense, Donald Trump ha sido contundente: no dejar pisar suelo americano a ningún migrante, hondureño o no. Denunció que entre la caravana se han infiltrado terroristas e incluso amenazó con enviar al ejército y retirar la ayuda económica a Centroamérica. Mientras Peña Nieto dijo en un mensaje que los migrantes sí podrán entrar a nuestro país, siempre y cuando tengan sus documentos en orden y conforme a lo dispuesto al Derecho Internacional, entre líneas se puede entender la postura del presidente mexicano que existe hermandad aunque también límites. Por supuesto, el próximo presidente de México también dio su postura, en resumidas cuentas amlo dijo que donde come uno, comen dos y que son bienvenidos a México, hasta les ofreció trabajo en el Tren Maya. A la opinión de los políticos, se suman las críticas y quejas de la sociedad mexicana, aunque no generalizada, las redes sociales se inundaron de mensajes negativos, otros de defensa, lo que polarizó las opiniones. A los migrantes les queda un largo camino hasta el norte de México, quizá se les cuelen algunos mexicanos también, porque bien sabemos que nuestro Estado de Derecho no es precisamente de primer mundo, tanto que hemos visto desaparecer comunidades enteras por la migración al país del norte. Hay tantas preguntas que responder: ¿quién puede tener un poder de convocatoria enorme para movilizar a miles de centroamericanos?, recordemos que estamos en medio de las elecciones intermedias en EE.UU. ¿Permitirían los países involucrados que se viole su soberanía para complacer al “norteamericano”?, ¿mejorarán las políticas migratorias?, ¿se convertirá ésta en una crisis humanitaria (y de relaciones públicas)?, ¿quién se llevará la peor parte, México o EE.UU.?
